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miércoles, 13 de abril de 2011

Una consulta popular de "costellada"

Una costellada es habitualmente un acto lúdico cuya parte central es una barbacoa que se realiza con una hoguera en el campo. Sobre las parrillas se asan chuletas de cordero, butifarras de diverso tipo y también se tuesta pan. Para amenizar la espera hasta que las brasas y la comida están listas, puede celebrarse alguna otra actividad, tal como un partidillo de fútbol (al estilo de solteros contra casados).
Logo de la plataforma organizadora de la consulta
(Fuente: Barcelona Decideix)

Por extensión, se califica a una actividad de costellada cuando es puramente lúdica, sin enjundia ni trascendencia, ni objetivo específico en sí misma. Un equivalente en castellano podría ser de pachanga.

Este domingo se cerró una consulta popular en la ciudad de Barcelona, sobre la independencia de Catalunya. La consulta ha estado viva durante al menos unos cuatro meses, es decir, que se podía votar ya desde antes de Navidad. De hecho, recuerdo un paseo por la Plaza de Catalunya, alrededor de Reyes, en el que nos abordaron unos voluntarios para pedirnos que votáramos.

La fiabilidad de los resultados es muy discutible, al no partir de un censo formal, y, teóricamente, permitir votar a cualquier mayor de 16 años. La plataforma Barcelona Decideix afirma en su página web que habría votado el 18,14% de la población objetivo (partiendo del padrón de habitantes), y se habrían recogido 230.590 votos positivos (un 89,7% del total de votos emitidos). Dado que hasta 13.394 corresponderían a personas entre 16 y 18 años o a extranjeros sin derecho legal a voto, el porcentaje (estimado) de votantes sobre el censo electoral sería del 21,37%, que es la cifra que se han encargado de publicitar. No veo motivo para dudar de estos datos. Lógicamente, una aplastante mayoría ha votado con un Sí a la independencia. De hecho, la consulta no era oficial, y únicamente ha existido campaña a favor del sí. Parece que solamente un 8,8% de los votantes habrían votado que no. Supongo que todas las fuerzas políticas contrarias a la independencia han renunciado a hacer campaña por el No, a fin de evitar dar carta de naturaleza a una iniciativa privada y creo que extemporánea.

No me repugna asumir que en torno al 20% de la población visualiza emocionalmente a Catalunya como un estado independiente. Sin más responsabilidades que la manifestación más o menos espontánea de ese sentimiento.
Presentación de la Plataforma y la Consulta
(Fuente: Racó Català)

Para ciertas fuerzas políticas, de modo muy especial Convergència Democràtica de Catalunya (Unió Democràtica de Catalunya, su socio en la coalición Convergència i Unió, parece tener una posición claramente diferente) esta consulta popular (que no han promocionado, por lo menos no de forma oficial; pero que tampoco han denunciado y, de hecho, muchos de sus dirigentes han ejercitado el voto) representa una fantástica oportunidad para escenificar lo que llaman la desafección de buena parte de la ciudadanía catalana por España. Lo que les supone, creen, un argumento de peso en sus negociaciones autonómicas con el Gobierno de España, especialmente en lo que se refiere al pacto fiscal, que parece ser el primer objetivo político del Govern de la Generalitat. De hecho, han echado para atrás en el Parlament de Catalunya una propuesta por la independencia, que llegó de la mano de SI, el pequeño partido que Joan Laporta ya ha abandonado. De prosperar, eso les hubiera dificultado sus negociaciones políticas.

El propio Artur Mas, hoy Molt Honorable President de la Generalitat de Catalunya, manifestó en alguno de los debates televisados previos a las últimas elecciones de Noviembre de 2010 (ante la presión de Puigcercós, de Esquerra Republicana de Catalunya), que no pensaban proponer ningún referéndum por la independencia, porque no podían ganarlo. En otras palabras, saben que para sus anhelos emocionales no ha llegado el momento político adecuado.

Otra cosa sería, por supuesto, definir las fronteras de un tal estado independiente, definir su ámbito territorial. Es decir, dónde quedarían Perpignan, Valencia o Palma. Aunque esto ya no es nacionalismo, o incluso independentismo, sino puro imperialismo.

Ya he dicho en otras ocasiones que el nacionalismo emocional es un sentimiento noble, que más o menos todo el mundo tiene. Es decir, el amor, cariño y respeto por los lugares que nos han visto nacer. La exacerbación de ese sentimiento lo convierte en excluyente. Y el nacionalismo político se encarga de instrumentalizar esos sentimientos inicialmente nobles, para convertirlos en fuerza política para beneficio de algunos.
Parafernalia de papeletas y paneles
(Autor: Barcelona Decideix; Fuente: Europa Press)

Si aceptamos ese 20% como válido, también deberemos aceptar que eso significaría que hay alrededor de un 30% de la población que no visualiza a Catalunya, ni siquiera en el fondo de su corazón, como un estado independiente. Asumiendo que parece haber un 50% de la población que ni sabe, ni contesta, ni siente, ni padece.

Ahora bien, una consulta popular de este tipo es puramente emocional. Y los votos hay que entenderlos como la manifestación de un sentimiento, y nunca directamente como una voluntad política. Si algún día se convocara en Catalunya un referéndum político sobre su independencia, cabría esperar unos resultados bastante diferentes. Por una parte, de ese 20% de votantes emocionales favorables, una parte decidiría con seguridad no jugar con las cosas de comer, y alteraría el sentido de su voto. En esas condiciones, pensar en un 15% de votos favorables a la independencia me parece ya un resultado bastante abultado. Por otra parte, el 30% claramente en contra, acudiría masivamente a las urnas a manifestar su voto negativo. Y creo que una parte de esa mitad de la población que es especialmente apática e indiferente a las collonades y a las bêtisses (las bajanades, como se describe muy gráficamente en catalán aquello que no tiene ningún sentido) saldría de su letargo, y también votaría negativamente en un tal referéndum.

Mi pronóstico sería del orden del 15% favorable, un 50% contrario y un 35% de abstencionistas recalcitrantes.

No creo que haya que darle mayor relevancia a esta consulta popular. Lo que más grave me parece es su instrumentalización y utilización política por parte de CiU que ocupa, recordémoslo, el Govern de la Generalitat. Torticera e interesadamente, utilizarán este resultado para reforzar las negociaciones que tendrán con el Gobierno de España, para arrancarles el pacto fiscal, llamado así porque llamarle Concierto Económico remite a otras tierras.
Presentación de resultados
(Fuente: Barcelona Decideix)

Por otra parte, la caverna mediática se encarga de ser el vehículo ideal para movilizar al llamado nacionalismo español, lo que se acaba convirtiendo en un estéril choque de trenes. Y ojo, porque también existen medios cavernícolas en Catalunya, de sentido contrario, que se han preocupado en los últimos tiempos de dar difusión a correos interesados, tratando de ilustrar el desprecio y la desafección que los españoles (el resto de españoles) sentirían por los catalanes. Todo ello provoca únicamente calentar a los tibios, de una y otra parte. 

Una vez más, el nacionalismo político instrumentaliza interesadamente los nobles sentimientos nacionalistas de una parte de la población.

Repugnante, si no fuera una bomba de relojería.

JMBA

2 comentarios:

  1. Se olvida de algo importante, Jose María. La fuerza de convicción y persuasión de un importantísimo partido ( EN EL GOBIERNO ) como CiU ante un referendum con todas las de la ley. Si este defendiera el SI en dicho referendum, dudo mucho que el resultado se quedara en un simple 15 %.
    Por otra parte, eso de que muchos de los que ahora han votado SI ( por emociones ) después no lo hicieran por no jugar " con las cosas de comer ", és, cuanto menos, discutible.
    Saludos. Es más, yo mismo no he votado afirmativamente ahora y me lo podría plantear perfectamente ante una consulta formal y con valor.

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  2. WWW.INFOCONTINENTAL.COM

    Genial artículo, es bueno que haya personas interesadas en informar sin obtener nada a cambio. Si todos difundimos lo que conocemos puede que algún día consigamos la sociedad que deseamos.

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