Entre les murs es un librito escrito for François Bégaudeau. Que yo sepa, ha sido publicado en castellano (El Aleph, 2008; "La Clase"), en catalán (Empùries, 2008; "La Classe") y en gallego (Xerais, 2008; "A clase").
En 2008 se hizo una película basada en el libro, bajo la dirección de Laurent Cantet, que en España se tituló La Clase y en Argentina Entre los Muros. Fue laureada con la Palma de Oro a la mejor película en el Festival de Cannes 2008. Bégaudeau se protagoniza a sí mismo.
Pero yo tenía en casa el original en francés (Gallimard Folio, 2006), que sin duda debí comprar, por el método de la seducción visual, en alguna visita a una librería en París o Burdeos. Que es el que he ido leyendo a base de unas poquitas páginas cada vez.
Porque el libro consiste en una serie de escenas cortas que se producen en un colegio de los alrededores de París (la banlieu), en las clases, en los pasillos, en la sala de profesores, en el despacho del director. Contadas por un profesor de francés que se enfrenta a unos alumnos absolutamente nada interesados en el tema, la mayoría de familias de inmigrantes, muchos en claro riesgo de exclusión social. Y todos ellos convencidos de que el francés coloquial hablado que utilizan a diario en el barrio es ya más de lo que nunca van a necesitar.
Una de las cosas aterradoras es que hay escenas, cortes de diálogo, que se desarrollan entre profesores, pero podrían perfectamente haberse captado en algún aula entre los propios alumnos. A fin de cuentas, todos van en el mismo barco.
Todo el ambiente está imbuido de falta de motivación. Profesores y alumnos están ahí porque la sociedad les obliga a ello. Los profesores viven de intentar sacar adelante como pueden la escuela, y los alumnos, por lo menos, mientras están en la escuela no están delinquiendo en las calles de su barrio.
Hace un tiempo publiqué un artículo sobre la sociedad multicultural y su fracaso, o imposibilidad. Francia nos lleva unos años de ventaja en este tema, ya que allí las fuertes inmigraciones de extranjeros (magrebíes especialmente, pero también vietnamitas y de muchos otros lugares) se produjeron algunas décadas antes de lo que estamos viviendo en España. Esa sensación de desmotivación absoluta en el entorno educativo la estamos empezando a vivir aquí, especialmente en algunos lugares con muy fuertes proporciones de población inmigrante reciente.
Imagen de la película La Clase, de Laurent Cantet (2008) |
Entre los muros de la escuela del libro se desarrolla una tragicomedia, en que todos parecer estar ocupando su lugar sin el más mínimo convencimiento. Una sociedad de facto multicultural intenta difundir en la escuela sus valores y preparar a los alumnos para la excelencia, ante la total indiferencia de estos. Porque lo que les intentan enseñar en la escuela no tiene nada que ver con lo que ellos sienten que necesitan aprender. Porque los valores ciudadanos que intenta sacar adelante la escuela no tiene nada que ver con lo que los alumnos viven en sus familias.
Vale la pena la lectura del libro. No vi la película, pero he leído bastantes recomendaciones (de hecho el autor del libro intervino en la elaboración del guión.
Cartel de la película en España |
Mi conclusión es que una sociedad donde conviven muchas culturas diferentes no es, para nada, una sociedad multicultural al estilo de lo que cierta progresía ha tenido por panacea. Muchas culturas muy poco integradas en un entramado común, que comparten muy pocos valores, es una comunidad muy difícil de gestionar. En ese contexto, los profesores no pueden hacer otra cosa que amarrarse a la orilla para evitar que el caudaloso río que baja fuerte con muchas culturas se los lleve por delante. Pararse para ver pasar las desgracias de largo.
Se les va el tiempo intentando que los alumnos magrebíes acepten, o por lo menos no desprecien, a los alumnos de origen chino y con muy poquito conocimiento del idioma común. O para que las luchas y rencillas callejeras se queden fuera, y no entren en la escuela. O para convencer a los padres de los alumnos del interés que debería tener para ellos la escolarización obligatoria de sus hijos.
Muy instructivo. Si tenéis ocasión de leer el libro o ver la película, no lo dejéis de hacer. Llevamos el camino de parecernos mucho y en poco tiempo, a lo que se cuenta en Entre les Murs.
Invita a la reflexión.
JMBA
Hola José María,
ResponderEliminarUn post muy interesante aunque yo creo que una sociedad multicultural es posible. El problema no es el origen cultural sino más bien el nivel cultural. En los colegios internacionales donde los niños provienen de cientos de países diferentes, religiones distintas y razas dispares, la convivencia es completa y el respeto y normalidad entre padres y alumnos por los orígenes de cada uno es total. El idioma común es el inglés y el del país en el que se reside, pero se respeta y mantiene el idioma materno. El factor distorsionante en la sociedad no es el origen cultural de cada uno sino el diferente nivel cultural que permite comprender y respetar la cultura de los otros.
En Francia, en años anteriores se puso un énfasis muy particular en aumentar el nivel de educación de los inmigrantes para su mayor integración en la sociedad francesa y funcionó. Sí que es cierto que en los últimos 20 años, debido a una masificación y quizás un deterioro de esta educación, la integración cultural se ha visto afectada produciendo trastornos sociales.
Un saludo
Pilar
Pilar, por supuesto que tienes razón. Pero, claro, si hablamos de la élite de los "ciudadanos del mundo", lo que planteas no tiene discusión.
ResponderEliminarSin embargo, en el resto de capas de la sociedad el respeto mutuo no parece funcionar con los mismos automatismos. Una sociedad justa tiene que garantizar la igualdad de oportunidades a todo el mundo. Y eso, en Francia de modo muy especial, pero no sólo en Francia, no está sucediendo.
Hace un tiempo tuve ocasión de leer un librito muy recomendable, que refleja las conversaciones de un periodista con Alain Renaut, Profesor de Filosofía Moral y Política en la Universidad Paris IV (http://www.bibliosurf.com/Modele-social-la-chimere-francaise). Allí se refleja en todo su dramatismo el problema de la total estanqueidad de las clases sociales, lo que hace prácticamente imposible la normalidad en la integración social.
Es todo ello lo que me lleva a pensar que una sociedad multicultural como se ha publicitado especialmente por la izquierda, sea una imposibilidad práctica y un relativo fracaso. Toda sociedad precisa de un banderín de enganche, de una serie de "valores" que la definan. Desde ellos será posible integrar a todos los que lo quieran, sin renunciar a sus características personales, culturales, religiosas,...
Desde luego yo estoy por una sociedad de "ciudadanos del mundo", pero creo que estamos muy lejos de su viabilidad para todas las capas de la sociedad.
Saludos, Pilar.
José María