La cháchara sobre Bildu

Desde luego, en este país tenemos una tendencia enfermiza a la paranoia o directamente a la esquizofrenia. Cualquier acontecimiento que se produce es fruto de una conspiración, cualquier decisión judicial es fruto de la presión política, y, según nos convenga, pensamos que llueve porque está nublado o que está nublado porque llueve.

El etarra Arrendonea exhibe una pancarta de Bildu,
a su salida de la cárcel
(Fuente: RTVE)

Se escandalizan estos días muchos medios por la decisión del Tribunal Constitucional que, en la práctica, no permite la impugnación de todas las listas electorales de Bildu para las próximas elecciones del 22-M. Mientras que el Tribunal Supremo sentenció que sí podían declararse ilegales esas listas (atendiendo a términos jurídicos), el Constitucional entiende que eso no puede hacerse sin dañar derechos fundamentales cuya preservación es la misión principal del TC.

Hay que entender, por supuesto, que el TC no es una instancia más a la que recurrir en procesos judiciales, sino que lo que se presenta a él son recursos de amparo, cuando se entiende que decisiones judiciales pueden perjudicar derechos inalienables, reconocidos en nuestro ordenamiento jurídico.

Yo siempre parto de la base (creo que es un principio básico de higiene mental) de que todo el mundo toma las decisiones que deba tomar guiados por su obligación, su deber, sus conocimientos y su profesionalidad. Por lo menos, mientras no se demuestre fehacientemente lo contrario.

Pero en España da la sensación de que es gratuito extender dudas sobre todas las instituciones del Estado. En particular, sospecho que la misión del Tribunal Constitucional nunca ha sido bien entendida por los ciudadanos de a pie, y los partidos políticos y medios de comunicación se han acostumbrado a utilizarlo como muñeco del pim-pam-pum, con total impunidad.

La situación ahora mismo es que las listas de la coalición Bildu, formada por dos partidos legales (Eusko Alkartasuna y Alternatiba) y por independientes de la izquierda abertzale, son legales y pueden concurrir a las elecciones que se celebrarán el domingo de la próxima semana. Sin perjuicio de posteriores acciones, en caso de que alguno o algunos de los integrantes de esas listas acabaran defendiendo el uso de medios violentos para la consecución de sus objetivos políticos. La propia Bildu se ha comprometido a reaccionar con energía ante esos hipotéticos casos.

Lo que ocurre es que la caverna política y mediática se está encargando de demonizar a una ideología política. Eso es lo que sucede en muchos países, Cuba sin ir más lejos, que esa misma caverna denosta cada vez que tiene ocasión.

Hay que saber distinguir entre una ideología política abertzale, independentista o lo que sea, y la utilización de métodos violentos para defender o imponer cualquier opción política. Contra la violencia creo que estamos todos, quizá con la minoritaria excepción de los que ya se mancharon las manos de sangre. Es ahora misión del Gobierno y de la Justicia velar para que, de ninguna forma, se intenten utilizar medios violentos para defender esa o, dicho sea de paso, cualquier otra ideología política. Todas las instituciones y partidos políticos, estén en el Gobierno o en la oposición, deben ser implacables con eso.

Lo que no debemos aceptar de ninguna forma es que propongan amputar un brazo porque nos duele un dedo. Esa es una reacción desproporcionada.

Ahora se ha montado una escandalera de patio de vecinos porque un etarra violento, después de pagar sus crímenes con muchos años de cárcel (los que la Ley haya determinado) sale de prisión y exhibe una pancarta de apoyo a Bildu. ¿Qué esperaban? ¿Que un etarra apoyara votar al PP, por ejemplo?.

Claro que la estulticia de la caverna puede haber llevado a confusiones, sin duda interesadas. En la pancarta se lee, junto al nombre de Bildu, una frase en euskera que significa Independencia y Socialismo. A mí me puede parecer mejor o peor, incluso estrafalaria, pero solamente es una consigna política. Mirad que si nos ponemos a revisar muchas otras consignas, propuestas por partidos serios, legales y bienpensantes, nos podemos pasar bastantes ratos de coñas y risotadas.

Claro que, en euskera, esa frase se convierte en Independentzia eta Sozialismoa. Ya estamos otra vez uniendo en la misma pancarta a Bildu y ETA. Claro que el nombre de la banda terrorista, mafiosa y delincuente, es la abreviatura de Euskadi Ta Askatasuna; mientras que eta en el euskera habitual equivale a la conjunción copulativa "y".

Ya basta de intentar confundir a los ciudadanos. Parece razonable que un delincuente y mafioso que, por lo menos en algún tiempo del pasado, creía, o por lo menos decía, defender con su violencia unas ideas políticas parecidas a las que defiende la izquierda abertzale, exhiba una pancarta de Bildu y no del PP, del PSOE o, para el caso, del PNV. Toda la escandalera provocada creo que no pasa de burdo intento de instrumentalizar la ignorancia.

La democracia debe velar con todas sus fuerzas para que no llegue a las instituciones (ayuntamientos, diputaciones, parlamentos de todo ámbito) nadie que defienda (o practique, para el caso) la violencia como herramienta política. Pero no debe tampoco practicarse el uso de la violencia contra cualquier opción política.

La Ley y el Derecho, así como la Justicia que es su mano ejecutora, establecen que los delincuentes deben pagar por los delitos cometidos. Una vez cumplida la pena impuesta, los delincuentes están limpios, mientras no delincan de nuevo, o no se les condene de nuevo por delitos por los que nunca pagaron. Evidentemente, hay delincuentes cuya reinserción social es más complicada. Ya nos lo enseñaba el catecismo con el que nos empapelaban de niños: debe haber arrepentimiento y propósito de enmienda para ganarse el perdón. Pero aquí no hablamos de perdón, sino de pagar a la sociedad civil por los delitos cometidos.

Por otra parte, flaco favor le hace a Bildu que un etarra recién liberado exhiba una pancarta con sus siglas, porque les pone en el escaparate del pim-pam-pum y en el disparadero de la caverna. Pero, por otra parte, es esperable. Aquí no se trata de dilucidar si los etarras, o la propia organización, apoya o no a Bildu. Se trata de asegurarse de que los que resulten elegidos en las listas de Bildu no promocionen, defiendan, apoyen, justifiquen ni comprendan la violencia como herramienta válida para defender su opción política. Y actuar con energía y determinación ante la más mínima sospecha.

Las víctimas del terrorismo merecen todo mi respeto, mi aprecio, mi cariño y mi consideración. Pero la respuesta de la sociedad no puede ser la de las víctimas. De ninguna forma se les puede exigir que perdonen ni siquiera que olviden. Pero la sociedad debe estar por encima de sus sufrimientos personales y familiares, insisto, absolutamente respetables.

La diferencia entre la jungla y una sociedad civilizada es, entre otras muchas, la erradicación del linchamiento como herramienta correctora del delito. Tengámoslo todos en cuenta, y mejor nos irá como sociedad.

Resumiendo, que un etarra apoye la opción política de la izquierda abertzale no debería constituir sorpresa ni novedad. Porque, a fin de cuentas, esa es la opción política que siempre han dicho defender, con sus métodos inaceptables. Pero debemos asegurarnos de que los métodos violentos se mantienen absolutamente al margen de las instituciones. Y de que la mera posibilidad o amenaza de violencia desaparece del panorama cotidiano de la vida social y política en el País Vasco.

Creo que todos debemos hacer un esfuerzo para enfocar correctamente los problemas y las situaciones, y no disparar nunca al bulto. Si duele el dedo, intentemos curarlo. Pero no amputemos el brazo, que esa es una reacción desproporcionada.

Somos a veces tan miopes que denunciamos con vehemencia la paja en el ojo ajeno, mientras soportamos estoicamente la viga en el propio.

JMBA