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martes, 31 de mayo de 2011

Bildu ya son unos más

No hay que bajar la guardia, y seguir vigilando que no haya elementos dentro de Bildu que todavía sientan nostalgia de las pistolas y esas cosas que ya sólo deberían existir en el pasado.
Mesa de negociación de Bildu con otras fuerzas políticas
(Fuente: RTVE)

Pero hoy me he llevado una alegría. Esta mañana Carlos Herrera entrevistaba a Antonio Basagoiti (el líder del PP en el País Vasco) en la radio. Y el tema de conversación eran los posibles pactos de unos u otros con Bildu (para gobernar aquí y allá), o para que Bildu no gobierne.

Y la entrevista discurrió por senderos puramente políticos. Planteando temas donde hay desacuerdos en cómo abordar proyectos estratégicos, o sobre la concepción a largo plazo del País Vasco de unos u otros. Parece que la realidad ya nos ha impregnado, y Bildu es una fuerza legal y lícita, que ha entrado con fuerza en algunas instituciones vascas.

Un placer ver cómo nuestros políticos parece que ya se han adaptado a una realidad nueva. Dice mucho en favor de su agilidad y capacidad de reacción.

Ahora ya se puede hablar en otros términos de la izquierda abertzale. Y es que estamos acostumbrados a que las fuerzas políticas de carácter independentista sean básicamente insolidarias, que su mensaje sea del tipo "sin el lastre del resto del Estado, podremos correr más, avanzar más, progresar más, y hacerlo más deprisa". Eso es lo que deducimos cuando oímos a la gente de ERC, o al propio Artur Mas. Incluso cuando escuchamos a la gente del PNV, ese tufillo es el que más rezuma.

Pero ahora que la izquierda abertzale ya es una fuerza política normalizada (a través de Bildu), empezamos a conocer cuáles son sus intenciones políticas, cómo diseñan su proyecto de futuro para el País Vasco. Y yo, por lo menos, me estoy llevando una relativa sorpresa.

Parece que su leit motiv político, sus razonamientos de fondo, van más en la línea de "nuestro país es un rincón idílico de valles verdes entre montañas, y no queremos que el progreso nos lo cambie". Bueno, una posición respetable (siempre que se plantee en las instituciones, y no con bombas a las líneas de alta velocidad en construcción, o cosas así, que de todo hemos visto en el pasado).

Pero sospecho que, más allá del romanticismo de una tal posición, el soporte electoral que han conseguido en esta ocasión va a ser el máximo que verán durante bastante tiempo. Se han aprovechado de bastante voto romántico, especialmente con las incertidumbres previas de si se podían presentar o no. Pero creo que la mayoría de los ciudadanos del País Vasco no estarán muy de acuerdo con una posición que es, digámoslo así, bastante integrista.

El ciudadano vasco medio estoy seguro de que tiene una conciencia ecologista bastante desarrollada. Está habituado a disfrutar del monte y de las verdes laderas. Pero eso no significa que le dé la espalda al futuro. La calidad de vida de los ciudadanos es importante, que el País Vasco esté enlazado con el resto de territorios colindantes, con los que tiene establecidos fuertes lazos industriales, comerciales y turísticos, es importante. El progreso es importante, los avances son deseables. Con respeto a la naturaleza exhuberante de que disfrutan, por supuesto. Pero no creo que la mayoría del pueblo vasco sea como esos amish de Pennsylvania, anclados en un pasado del que no quieren que nadie les rescate.

A medida se vayan desarrollando las negociaciones políticas, cuando Bildu tenga algún alcalde o presencia fuerte en algunas instituciones, el ciudadano vasco medio se irá dando cuenta de que todo eso está muy bien, pero que es absurdo postularse para quedar detenidos en el tiempo. Que el progreso hay que controlarlo, pero es inevitable, e incluso muy conveniente. Que los avances siempre requieren algún sacrificio. Pero hay que asegurar que el balance sea positivo.

Si Bildu se empecina en oponerse a los proyectos de grandes infraestructuras (tren de alta velocidad, autovías, etc), corre el riesgo serio y cierto de dejar al País Vasco estancado en el tiempo, y de que los ciudadanos, más allá del sentimiento romántico de independencia, empiecen a valorar más otras motivaciones más inmediatas y más cotidianas. Que, a lo mejor, pensar en ser independiente para poder correr más tiene algún sentido. Pero buscar la independencia para quedarse hibernados no sea posiblemente la idea que la mayoría de ciudadanos en el País Vasco tiene en la cabeza.

Siempre que puedo, me gusta recorrer la Autovía de Leizarán, entre las proximidades de San Sebastián e Irúrzun, cerquita de Pamplona. Constituye una alternativa muy agradable para el trayecto entre Irún y Madrid, por ejemplo. Se trata de una autovía de montaña que ofrece un recorrido bellísimo por entre los valles. Su construcción costó mucha sangre, ya que ETA la boicoteó, puso bombas e incluso mató a personal que estaba trabajando en su construcción. Pero hoy creo que es una autovía que une a través de la montaña a dos regiones por lo demás muy próximas. Y, además, ofrece al viajero unas vistas maravillosas. Y también un radar en Lekumberri (a 90km/h) con el que hay que tener cuidado. 

Veremos el comportamiento electoral en las próximas Elecciones Generales. Habrán transcurrido ya, seguramente, unos cuantos meses con este nuevo panorama. No me extrañaría que Bildu tenga un retroceso electoral significativo, debido principalmente a este tipo de veleidades. Un cierto reflujo del entusiasmo inicial.

En cualquier caso, por fin estamos empezando a ver un debate político serio en el País Vasco. Alejado de las coacciones y las violencias, que esperemos se queden ya para siempre en los libros de Historia.

Y en ningún otro sitio.

JMBA

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